miércoles, 27 de mayo de 2015

La soberbia del humilde

La autocrítica es un atributo que brilla por su ausencia. José Quintana, como buen político que es, seguro que da fe de ello. Baloncesto Fuenlabrada, estancado en el inmovilismo, ha empezado una guerra civil que solo puede traer un futuro: la autodestrucción.

Baloncesto Fuenlabrada ha sido colista ACB | Foto: ACB / F. Martínez


Empiezas por acomodarte en el sillón y congratularte mutuamente con los compañeros por el buen trabajo realizado. Posteriormente, pones los pies en la mesa y comienzas a fiarte de tu instinto, porque te sientes poderoso. El puto amo, que diríamos coloquialmente. Todas las decisiones te han salido tan redondas, incluso las más arriesgadas, que una sensación de endiosamiento comienza a envolverte. Te droga. Y cuando quieres dejarlo, ya estás enganchado. 

Intentarás rehabilitarte, pero la metadona no es tan eficaz como decían. Solo un placebo con el que autoengañarte mientras aún recuerdas aquellos maravillosos años.

Lo que construiste a base de horas de trabajo incansable, de cafés y ojeras durante las largas y asfixiantes noches veraniegas, de un esfuerzo que apenas un puñado de personas conocen… Se desbarata con una facilidad inaudita tras un par de desafortunados errores. Quizá porque ya no querías pasar más noches en vela analizando el futuro equipo, al mejor candidato para el puesto. Quizá porque te creíste aquel refrán de que más vale bueno conocido… Pero no. Mentían. Joder que si mentían… ¡Cómo pude creer eso!, piensas.

Que si la experiencia, que si conocen la liga, que si entra en presupuesto… Como razón podría acabar valiendo que es un colega de uno de los tipos que tengo en plantilla y me fio de él. ¿Por qué no? A mi no me apetece averiguarlo. No tengo ganas.

PLANIFICACIÓN DE PLANTILLA


Hablemos claro. La planificación de las plantillas las últimas temporadas ha sido un desastre. De aquellos Ayón, Oleson, Batista… Ya no quedan ni los recuerdos. El último gran acierto fue James Feldeine y salió por la puerta de atrás en “extrañas condiciones económicas”. Hemos callado lo suficiente desde la tribuna de prensa. Ni una voz crítica si no era en círculos cerrados, donde nadie pudiese oírnos. Donde estuviéramos en confianza. Ha tenido que llegar el coco y tragarnos para que descubramos las cartas.

¿Es injusto apuntar exclusivamente a los despachos? Por supuesto. Pero el equipo, especialmente uno del calibre de Baloncesto Fuenlabrada que se remodela casi año a año, comienza directamente en sus manos. En las últimas campañas han tenido que llegar varios refuerzos para salvar al equipo (Kurz, Valters, Burtt, Cvetkovic… por nombrar a los últimos) y hasta 8 entrenadores han ocupado el banquillo más caliente de la liga en las últimas 7 temporadas. Y habrá un noveno, porque ya anunció José Quintana en su entrevista con Onda Fuenlabrada que Armando Gómez y Jesús Sala serán ayudantes. Ahí, apostando por los de casa.

Fuenlabrada está adquiriendo unos tintes demasiado oscuros para sus intereses. ¿Qué entrenador va a querer un tachón semejante en su carrera en un club tan inestable? Pero hubo una época en la que los despachos de Fuenlabrada trabajaban como pocos en Europa. Eran pocos allí, pero ni los 300 de Leonidas hubiesen hecho mejor trabajo con tan escasos recursos. Quizá por ello, por saber que otra metodología de trabajo es posible, duela tanto la situación vivida en el club en los últimos años.

CARÁCTER


Se asumen salvaciones in extremis, sufrimiento hasta la última jornada, coquetear con el descenso… Pero no semejante desapego al equipo, una falta de compromiso inaudita y la sensación de que, quien tiene que dar la cara y tajar de raíz el problema, cierra el portón de sus respectivos despachos, donde sobreviven atrincherados hasta que escampe el cielo. El problema es que el resentimiento crece. Las heridas nunca cicatrizan y, en el peor de los escenarios posibles, la rabia fluye.

No es una crítica individualizada al presidente José Quintana. Ni a ningún otro. Es una crítica orquestada a un club con una necesidad imperiosa de aire fresco, de modernidad, de imaginación para paliar la falta de recursos. Y para que no se me enfaden, también valoramos todos las cosas que se hacen bien. Porque todos las disfrutamos. Y, ahora sí, individualmente, por sus palabras en Onda Fuenlabrada: Señor Quintana, no necesitan ustedes de halagos ni agradecimientos cuando hacen bien las cosas. Es su trabajo. Lo estaremos, faltaría más, pero el halago tiende a destruir tanto o más que una crítica malintencionada. Y así hemos acabado, por repartirse entre todos los halagos que la afición no les dio, todos terminaron por creerlos.

El carácter empieza desde arriba. Tal vez Akindele no haya sido un jugador comprometido porque nadie ha sabido transmitirle lo que significa jugar aquí. O tal vez era una causa perdida. Yo que sé. Pero si a Akindele se le suma Burtt, un Panko siempre intachable echándose flores por sus números, en lugar de mostrar algo más de pudor por el descenso… Y algún que otro en etapas recientes con problemas hasta con el apuntador… Permitidme dudar que sea un asunto individualizado.


El carácter, presidente, no es salir a dar la cara analizando los problemas sin asumir la culpa. O haciéndolo en escasos 30 segundos, casi sin querer, de entre toda una entrevista de media hora. Casimiro habrá tenido culpa por sus apuestas fallidas. Hugo López por falta de autoridad. Akindele por vivir en un universo paralelo. Los Fuenla Blues… A ellos los dejo para mañana, que el tema es de traca. Correré su misma suerte, supongo. Pero para construir un equipo con personalidad y capacidad de sacrificio, habrá que empezar por auto-inculcarla en las oficinas. Continuará.

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